Tarde lluviosa en la ciudad de México, nos perdimos para llegar al lugar, Amsterdam nos hizo la maldad pero al fin llegamos. Playeras de $50 con la portada del jugador de pelota vasca se intentaban vender. Poca gente reunida y la hora se acercaba.
Entramos y nos dirigimos sin parar hacia el escenario... la misma postal que vimos a las afueras se repetía adentro, poca gente, que nos daba la ventaja de pegarnos a la valla y disfrutar a Fermín Muguruza lo más cerca posible.
A las 9 en punto los Aguas, aguas... saltaron al escenario y le dieron gusto a nuestros oídos y pies, una banda que nos dejó con ganas de escucharlos un poquito más pero a Fermín era el que queríamos conocer, escuchar y sin más... de pronto el DJ hizo sonar la tornamesa y prendió a la banda en lo que el staff preparaba el escenario para que una de las personas más combativas, de ideas firmes y solidarizadas con las causas sociales se presentara.
La ansiedad estaba a mil... y por fin la banda salió y Maputxe se escuchaba, una canción más y Muguruza se adueñaba del escenario con puño en lo alto y nos preguntamos en qué momento entró más banda o dónde estaban escondidos.
La noche siguió y el idioma no fue un impedimento para que los pocos pero fervorosos asistentes al ritual de Fermín, al compás de su música y de sus letras combativas en euzkera nos dejáramos llevar al ritmo desenfrenado de una danza primitiva en la que todos fuimos camaradas por una noche.
Dos veces regresaron al escenario después de unos minutos para tomar aire; el rostro emocionado de Fermín por ver a la raza con banderas de Euzkadi agradecía de la manera más sincera que la banda coreara todas las canciones y quisiera aprender euzkera y cantara en su idioma.
Nosotros por nuestra parte no queríamos que la música parará... en fin... una noche esperada desde que nos enteramos de la gira por América... una noche en la que Muguruza nos daba una lección y nos dejaba con ganas de más.
¡Te queremos pronto de vuelta en México, Fermín!