domingo, mayo 18, 2008

De confianza

La vida humana es un reto que no siempre resulta fácil de sobrellevar, especialmente si lo hacemos en solitario. Es frecuente que nos enfrentemos a situaciones nuevas y desconocidas que exigen lo mejor de nosotros.

Sin embargo cuando los requerimientos rebasan nuestra capacidad o disposición, se hace necesario buscar y aceptar apoyo, para lo cual el requisito esencial no es otro que confiar, confiar en los demás.

Confiar en los demás no es algo fácil, especialmente si nos hemos sentido engañados o traicionados y hemos aprendido que muchos, quizás la mayoría de las personas, ocultan, exageran o mienten para evitarse incomodidades o para obtener beneficios particulares.

¿Por qué debemos confiar en los demás? Es necesario confiar en los demás porque, salvo contadas excepciones, se nos dificulta estar solos. Dependemos de otros para amar, aprender y enseñar. Es un hecho, que compartir un secreto, darnos darse a conocer en pleno, iniciar una relación amorosa, una sociedad comercial o convivir en familia, exige de manera obligante el condimento de la confianza. Además, somos un producto de quienes nos han rodeado, influido y enseñado, aunque esas enseñanzas hayan estado coloreadas de amor o de dolor.

Los puntos de vista sobre la confianza en los demás siempre ha estado dividido: Pensaba el poeta Juvenal: “Confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es neurótica torpeza”. Para Francois de la Rochefoucauld, es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos. Sin embargo, para el dramaturgo norteamericano Tennessee Williams, debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición.

Lo cierto, es que no se puede vivir sin confiar, pero no es posible confiar en todos. Sabemos que algunos se nos acercan desde su interés egoísta, y dan valor a célebre frase: “el amor y el interés se fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía”. Otros, sin embargo, portan la semilla de la lealtad y la honestidad. He llegado a pensar, que sólo resulta confiable aquel que nos ama, quien tiene una férrea educación en valores o ese que se está beneficiando de nosotros en alguna forma. Este último, será confiable, posiblemente, mientras dure su provecho.

Muchos sabios y filósofos aconsejan desconfiar. Para Sai Baba, no se debe buscar en el hombre lo que sólo Dios puede proveer; Gurdjieff ha dicho, que es inteligente no dar demasiada confianza a las personas, y que dentro de cada persona hay muchas personas, por lo que no se hace fácil confiar. Osho, sólo confía en los que se han desarrollado espiritualmente. Una amiga me dijo hace años, que sólo eran confiables los que crían en el karma y en Dios.

Pero, ya que no podemos prescindir de las relaciones, que existen numerosos beneficios en los vínculos basados en la confianza y que resulta necesario correr riesgos, debemos aprender a saber en qué personas podríamos confiar.

Las personas más confiables tienden a ser aquellas que:

- Conocemos muy bien, por sus obras, más que por sus palabras.
- Son recomendados por gente que nos ama, nos respeta o admira.
- Se atreven a decirnos asertivamente la verdad y muestran desacuerdos.
- De formación espiritual y de valores claros y fuertes.
- Que no tienen interés especial en obtener algo de nosotros.
- Tienen tradición de responsabilidad, prudencia y discreción.
- Temen conscientemente las consecuencias espirituales de sus actos.

Mi recomendación final sobre este tema, es que comprenda usted que todos cambian, que los engaños son producto de la ignorancia, que cada día es nuevo, que perdonar sana, y que así como a usted le gustaría que otros confiaran en su palabra, otros también lo anhelan y lo valoran. Como dice Antonio Bolinches: “Si piensa usted que es posible cambiar, por qué no confiar en que otros podrían?

www.laexcelencia.com.

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