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Me rompió el alma verle su carita triste cuando no nos dejaron pasar. Pero en seguida reaccionó y me dijo vamonos tía, quiero pintar. Así que nos dimos la vuelta.
Llegando a la fuente de Luis Pasteur, me dijo, vamos a sentarnos, aquí nunca me he sentado, y lo hicimos, viendo el paisaje me preguntaba por el nuevo edificio que están contruyendo, me preguntaba por qué salían chispas (estaban soldando las vigas), comenzó a chispear y vi en sus manitas dos pedacitos de papel, le pregunte por ellos y me dijo que si sabía hacer aviones, le dije que nunca me salían bien, pero que podía hacer barquitos. Se le iluminaron los ojos, porque se los imaginó navegando en la fuente. Cuando nos ibamos a la casa, me dijo que se había divertido mucho.
Fueron escasos minutos los que estuvimos en la fuente con los barquitos por la amenaza de lluvia pero basto para enseñarme que no hacía falta un juguete mientras se tenga imaginación.
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