Debajo de la alfombra

(Un ser con quien compartir)

Hace quince días, el doctor Ramiro descansaba. Miraba el noticiero de las 9 en la sala, después de un largo día de exámenes tediosos aplicados a alumnos de la universidad.
Veía el programa nocturno sin mucho afán. Escuchó un pequeño ruido detrás del sillón. Inspeccionó la habitación de reojo sin encontrar la causa.
Minutos después volvió a escuchar el curioso sonido. El doctor se levantó, caminó entre los muebles, apagó el televisor para poder escuchar con atención, se asomó debajo de los sillones, atrás del aparato y, simplemente nada. Se fue a dormir con el pensamiento firme de que se trataba de un ratón.
Hoy, de nueva cuenta el doctor Ramiro veía las noticias. Se había preparado un rico emparedado de pollo con una gran hoja de lechuga y rebanaditas de jitomate. Apenas le había dado la primera mordida cuando escuchó de
nuevo aquel sonido extraño. Apagó el televisor, esta vez se decía, "te encontraré, claro que sí". Hizo a un lado el plato; ahora el peculiar ruido se escuchó más cerca de él. La intriga se había apoderado del médico, quien no alcanzaba a distinguir qué era, dada la tenue luz de una lamparita. De pronto, el plato con el sándwich se escuchó caer. Irritado, el doctor se dio cuenta que se habían robado la lechuga.
Pensó: "Seguro es un ratón". Molesto recogió el plato. Por la mañana tendría que llamar al fumigador. Comenzó a escuchar crujiditos cerca de la mesita. El supuesto roedor estaba debajo de la alfombra. Buscó cómo aniquilarlo, ¡cuánto se iba a ahorrar si se deshacía de él! Tomó una silla para darle un golpe, pero falló; la tiró para detener la lámpara que estaba a punto de caerse.
Curioso, el molesto intruso no huyó. Estaba ahí, quieto, debajo de la alfombra. Sacó de inmediato de la bolsa del pantalón su navaja, se arrodilló y sin pensarlo, cortó la alfombra para darse cuenta que el ladrón de lechuga era una tortuga. Se trataba de Paris, la mascota extraviada de su pequeño vecino, quien hacía tiempo le había ido a preguntar si la había visto. Sonrió aliviado. La tomó con ternura y haciéndole unas caricias a la cabeza le dijo: "Creo que serás una buena compañía".
Siempre habrá algo o alguien que nos alegre la vida...

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Este es un cuento que hice, resultado del taller de redacción. Está inspirado en una de las imagenes del libro Cuentos del Señor Burdick. Y pasó por varios ojos quienes me ayudaron a pulirlo.