—No, mi amor, no te alarmes… No quiero alcanzar por ahora el éxtasis de la Nada, sino el de la plenitud. No deseo llegar a ese estado estático de eternidad suspendida, de resignación y renuncia, sino permanecer insistente cada día a tu costado. No me vale ni el éxtasis ni la contemplación estática, sino el placer estético de descubrir la belleza objetivada y visible en tu cuerpo y el mío fundidos a cada momento… Ya sé que nuestros goces son instantáneos, temporales, que luego caemos en profundos valles de insatisfacción y dolor al separarnos, al distraernos con nuestras cosas cada uno por su lado… A veces nos engañamos y consolamos afirmando que es por nuestro bien, que en cada uno de nuestros reencuentros renacemos y renovamos el milagro del amor apasionado que nos une… Sí, yo sé todo eso… participo de éste nuestro común simulacro que nos justifica como amantes excepcionales; interpreto el papel de indiferente con suficiente convicción como para hacerte creer que no sufro en la distancia, ambos ausentes… Pero hoy voy a confesarte algo que no volverás a oír de mis labios, es una debilidad que deberás perdonarme una sola vez: estoy harto de esta situación de ficción… Mi corazón está al borde del infarto y no soporta más esta montaña rusa de encuentros y abandonos sucesivos, de orgasmos sublimes seguidos de profundas depresiones tan contiguos que se confunden entre ellos, de tocar el cielo y caer en el infierno tan a menudo que ya no sé qué es cielo o qué es infierno por su temperatura —mi cielo está en el trópico de tu cuerpo, en el incendio de tu boca; es un infierno el frío de tu ausencia, amor… Sueño, espero, deseo, quiero con fervor, romper esta cadena de apariencias de libertad y su encantamiento que nos hipnotiza… Con absoluta voluntad y conciencia de lo que esto significa deseo permanezcamos juntos hasta el límite de nuestras fuerzas. No sé por cuánto tiempo —a lo peor unos días, meses, años… (no te diré siempre porque sería una coquetería). Que dure lo que dure nuestra común voluntad de recrearnos cada día… Sin crestas ni simas, sin interrupciones… Fundidos como los colores del Arco Iris… O todo o nada… —no quiero raciones de amor ni amor razonablemente cautivo… Prefiero vivir y sentir todo de una vez, regalarnos y derrocharnos —esplendidos manirrotos— que no ahorrarnos para una vejez del amor que tú y yo sabemos que se llama "cariño"… No es amor regalarse poco a poco o mucho o poco de nada… —ni vale el esfuerzo vivir o amar saltando entre piedrecillas sino corriendo libres y confiados campo a través… Te decía: somos libres mientras queremos… (los esclavos saben que son sólo amos de sus cuerpos amando). Todo y después la Nada… Todo es Todo cuando el resto es nada...
(Texto final)- Pau Llanes
- Mallorca, España
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